En pleno periodo electoral, Greenpeace ha vuelto a hacer acto de presencia en Galicia, levantando la voz para exigir medidas a las instituciones gallegas frente a lo que ellos denominan como la inacción ante el vertido de bolitas de plástico en las costas portuguesas. Sin embargo, su enfoque selectivo y la ausencia de críticas hacia los gobiernos de la parte del Mar Cantábrico y del gobierno central dejan entrever una postura partidista en una organización que se autoproclama independiente y apolítica.
Es evidente que en la ecuación de lo que sucede no hay buenos ni malos, ya que los accidentes, como el vertido de bolitas de plástico, suelen tener causas ajenas a la responsabilidad directa de cualquier gobierno. La sorpresa llega cuando los voluntarios de Greenpeace se presenta en Galicia a pocas semanas de las elecciones, no solo para concienciar sobre la problemática, sino para ofrecer lecciones de virtud y alardear de la buena acción de recoger bolitas. Sin embargo, cabe preguntarse si esta campaña de recogida de plástico será tan entusiasta después de que las urnas se cierren.
La organización ecologista muestra una rigurosa exigencia hacia el gobierno gallego, pero curiosamente guarda silencio en lo que respecta al gobierno central. Esta disparidad de enfoque plantea cuestionamientos sobre la supuesta imparcialidad de Greenpeace, sugiriendo que puede mostrar una cara más amable hacia unos gobiernos que hacia otros.
Resulta intrigante recordar que Greenpeace no alzó tanto la voz cuando el gobierno central, en un acto controvertido, respaldó en Europa la continuidad del uso de un pesticida posiblemente cancerígeno como el glifosato. En ese momento, no se escucharon exigencias ni se desplegó una campaña mediática por parte de la organización. ¿Por qué esta ausencia de acción en una situación mucho más grave y que también afecta al medio ambiente?
En definitiva, Greenpeace, al intervenir de manera tan marcada en el ámbito político gallego, parece haberse desviado de su objetivo ecologista original para abrazar un papel más político y selectivo. La organización debería reconsiderar su enfoque y recordar que la defensa del medio ambiente debe ser consistente y no estar sujeta a agendas políticas cambiantes. En Galicia no nos gustan este tipo de circos.
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