Jueves, 11 de Septiembre de 2025

Alonso / Xornal21.es
Domingo, 17 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:
Mos

Cinco días en el infierno: de la tragedia a la solidaridad

España ha sido golpeada por la DANA más devastadora de las últimas décadas, una tragedia que ha marcado un antes y un después en la historia del país. Con más de 200 víctimas mortales, la mayoría de ellas en la Comunidad Valenciana, la furia del agua desbordó ríos, destruyó viviendas y arrasó todo a su paso. Las imágenes de calles anegadas, personas atrapadas y un paisaje sumido en el caos han quedado grabadas en la memoria colectiva.

Sin embargo, en medio de tanto sufrimiento, la respuesta de los municipios y las personas implicadas ha sido un ejemplo de solidaridad sin precedentes. La cooperación entre localidades, independientemente del color político de sus administraciones, ha sido clave para organizar una respuesta eficiente. Un claro ejemplo se vivió en Benetússer (Valencia), donde profesionales y voluntarios de diferentes rincones de España se unieron para combatir las consecuencias de las devastadoras inundaciones.

 

 

Desde Mos, un pequeño municipio de unos 15.000 habitantes gobernado por Nidia Arévalo (PP), no dudaron en actuar rápidamente. A pesar de la distancia y las dificultades logísticas, enviaron un equipo de trabajadores municipales y voluntarios dispuestos a darlo todo en la zona más afectada. Benetússer, una localidad de aproximadamente 16.000 personas bajo la administración de Eva Ángela Sanz (PSPV-PSOE), se encontraba sumida en una crisis sin precedentes.

 

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El equipo de Mos formó parte de un convoy enviado desde Galicia, en el que se incluía una respuesta coordinada por la Xunta de Galicia. Este operativo contó con la participación de 200 profesionales y una gran cantidad de recursos. Entre los efectivos destacados, se encontraban seis miembros del Grupo Operativo de Actividad Subacuática de la Policía Autonómica, siete del Grupo de Apoyo Logístico a la Intervención (GALI) y 60 profesionales de la Consellería do Medio Rural. Además, el operativo dispuso de 20 vehículos todoterreno, cinco furgonetas, camiones nodriza, motobombas, un bulldozer, un tractor y equipos de socorrismo, todos preparados para afrontar la catástrofe.

 

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Tras 12 horas de viaje en camión y 950 kilómetros, el equipo de Mos se encontró con un panorama sobrecogedor. Las calles de Benetússer estaban completamente inundadas, algunas viviendas reducidas a escombros y el paisaje devastado por la furia del agua y el fango. La magnitud de la destrucción era tan descomunal que, incluso después de haberlo vivido, les resulta casi imposible encontrar las palabras para describir la escena.

 

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Una vez en la zona, el equipo de Mos se integró rápidamente en las labores coordinadas por el Puesto de Mando Avanzado (PMA), que gestionaba las operaciones en el área. Su trabajo se centró en un reducido número de calles, debido a la enorme densidad poblacional de Benetússer: 18.775,91 habitantes por kilómetro cuadrado en una superficie de apenas 0,76 km². Además, la orografía casi plana del municipio, situado a tan solo 11 metros sobre el nivel del mar, incrementó la vulnerabilidad ante el desbordamiento de las aguas, agravando el impacto de las inundaciones y dejando a gran parte de la comunidad sumida en el caos.

 

Resiliencia de los vecinos

 

Pablo Lamas, integrante del Grupo de Emergencia Supramunicipal (GES) de Mos, con 26 años, compartió su experiencia para Xornal21 tras participar en las labores de ayuda. Con experiencia en Protección Civil y brigadas forestales, Lamas destacó la gratitud de los vecinos a pesar de la grave situación que enfrentaban. “Trabajamos en las calles Palleter y Párroco Eduardo Ballester. La gente mostraba mucha resiliencia, incluso cuando el agua había llegado a niveles de hasta 2,40 metros en algunos puntos”, relató. Los vecinos no solo agradecían la ayuda, sino que, con notable serenidad, solicitaban apoyo para labores de limpieza y desescombro. "Era impresionante ver que, pese a todo, no había un ambiente de queja generalizada", añadió.

 

Lamas: "El agua había llegado a niveles de hasta 2,40 metros"

 

Durante la operación, el equipo mosense trabajó codo a codo con otros efectivos, incluidos bomberos del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, el Consorcio de Albacete, el ejército y la Unidad Militar de Emergencias (UME). También se sumaron agentes de la Policía Local de O Porriño y Mos, que se desplazaron a zonas particularmente dañadas. “El trayecto de 30 kilómetros hasta nuestro hotel, que normalmente tomaría 20 minutos, nos llevaba cerca de una hora debido al caos en la circulación y a los daños en las vías”, describió Lamas, ilustrando las enormes dificultades logísticas.

 

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La fuerza de la riada dejó campos arrasados, viviendas reducidas a escombros y carreteras intransitables. En las áreas rurales, los daños eran aún más desoladores. “Era impactante observar cómo, a poca distancia de zonas intactas, había otras completamente destruidas por la fuerza del agua”, reflexionó Lamas, visiblemente afectado por la magnitud de la devastación.

 

El voluntario más joven relata su experiencia

 

Marcos Rodríguez, voluntario de Protección Civil de Mos, fue el integrante más joven del equipo desplazado a Valencia. A sus 22 años, este estudiante universitario vecino de Louredo no dudó en unirse a la misión para ayudar en las zonas devastadas. Junto a sus compañeros, llevaron herramientas especializadas como bombas de achique, maquinaria pesada y un equipo hidráulico de excarcelación, lo que les permitió realizar intervenciones en la zona. Una de las más destacadas fue la inspección de un parking de dos plantas en busca de posibles víctimas atrapadas en vehículos. Afortunadamente, no encontraron a nadie dentro.

 

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El joven resaltó la colaboración de los vecinos afectados, quienes, pese a haber sufrido enormes pérdidas, mostraron su gratitud ofreciendo café, agua y comida a los equipos. “Estaban organizando lo poco que les quedaba. Aunque no estaban animados, demostraron una gran disposición para colaborar”, explicó. Uno de los momentos más duros para él fue conocer a un hombre de 75 años que, tras perder su hogar, permaneció una semana sin salir debido al miedo provocado por la DANA. Cuando finalmente lo hizo, agradeció emocionado el trabajo de los voluntarios, aunque visiblemente afectado por la situación.

 

El impacto del desastre fue difícil de asimilar para Marcos. Calles anegadas hasta los balcones de los primeros pisos, vehículos enterrados bajo toneladas de lodo y un sistema de alcantarillado completamente bloqueado reflejaban la magnitud de la catástrofe. "Otras de las imágenes más impactantes era ver el estado en el que habían quedado algunos vehículos: estaban más destrozados que los que he visto en accidentes en la autovía. Estaban irreconocibles, no quedaba nada del coche", relató a Xornal21, impresionado por la devastación.

 

Rodríguez: "algunos vehículos: estaban más destrozados que los que he visto en accidentes en la autovía"

 

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“El lodo atascaba todo, y sin maquinaria pesada, retirar los escombros o los coches era prácticamente imposible”, señaló. Sin embargo, contaron con el apoyo de Eugenio de Madrid  y Raúl de Toledo dos voluntarios que colaboraron con su tractor, lo que permitió avanzar en algunas de las tareas más pesadas.

 

A pesar de las dificultades, Marcos destacó la fortaleza de los vecinos y el esfuerzo conjunto de los equipos. “Queda mucho por hacer, pero estoy seguro de que con la ayuda de todos podrán salir adelante”, afirmó, convencido de la capacidad de recuperación de la comunidad.

 

Los desafíos de una zona de guerra

 

Carlos Costas, un vigués de 45 años que trabaja como G.E.S.  en el Concello de Mos, también participó en el operativo desplazado a Valencia para colaborar en la recuperación tras la DANA. Costas destacó la diversidad de tareas realizadas, que incluyeron el achique de agua en bajos, garajes y huecos de ascensores, la extinción de un incendio en un coche, la limpieza de alcantarillas, y la retirada de enseres y escombros. Además, ayudaron a coordinar la limpieza con tractores y maquinaria especializada, como retroexcavadoras y palas.

 

La experiencia del responsable del equipo no estuvo exenta de retos. Según Costas, aunque la mayoría de los vecinos colaboraron de manera ejemplar, algunos mostraron indiferencia al no haber sido directamente afectados, especialmente los residentes de las plantas superiores. “Había vecinos muy involucrados y otros que se desentendían una vez que su zona estaba limpia”, explicó. También relató casos de personas que se acercaban solo para tomarse fotos o pasear, sin intención real de ayudar, algo que calificó como frustrante.

 

Otro desafío fue la falta de coordinación entre algunos equipos que llegaban por su cuenta. “Había medios que no estaban bien ubicados y grupos que trabajaban sin seguir las órdenes del Puesto de Mando Avanzado (PMA), lo que generaba caos en algunas áreas”. Sin embargo, Costas y su equipo lograron organizarse bajo la supervisión del PMA, formando un grupo coordinado con maquinaria pesada, como una retroexcavadora, un tractor con pala, una máquina con pinzas y varios voluntarios, lo que permitió avanzar en las tareas de forma eficiente.

 

Costas: "había grupos que trabajaban sin seguir las órdenes del PMA, lo que generaba caos en algunas áreas”.

 

Costas valoró positivamente el apoyo logístico recibido, destacando cómo el PMA se encargaba del avituallamiento con bocadillos, bebidas, comidas y cenas calientes, además de gestionar cualquier problema logístico que surgiera. "La gestión del PMA fue impecable", añadió.

 

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El impacto emocional de la devastación fue profundo. “Parecía una zona de guerra: coches amontonados, algunos en posición vertical, un fuerte olor a basura y personas embarradas y agotadas por las circunstancias”, describió. El desastre era tal que, al llegar, “no sabíamos por dónde empezar”. Sin embargo, con la llegada progresiva de más recursos y maquinaria especializada, lograron estabilizar la situación, lo que les permitió regresar tras cinco días de trabajo intenso.

 

Carlos subrayó para Xornal21 que, a pesar de la magnitud de la tragedia, lo más positivo fue la unión y solidaridad de las personas. “Había un espíritu de colaboración increíble. No importaban razas, nacionalidades ni colores políticos; todos trabajaban juntos con el único objetivo de ayudar. Esa humanidad fue lo mejor de toda la experiencia”.

 

Regreso anticipado

Aunque inicialmente se había previsto que otros cinco componentes del equipo de Mos relevasen a sus compañeros, la mejora de la situación y la llegada masiva de equipos hicieron desaconsejable el envío de más medios, según ha relatado el propio equipo desplazado.

 

Tras cinco intensos días de trabajo en las zonas más devastadas por la DANA, el equipo de Mos regresó a su municipio, donde fueron recibidos por la alcaldesa Nidia Arévalo en la base del servicio de emergencias. Con palabras de agradecimiento, la edil reconoció la labor incansable de los trabajadores y voluntarios que se desplazaron hasta las localidades afectadas, como Benetússer, para ofrecer su ayuda en medio de una tragedia sin precedentes. La emoción y el orgullo fueron palpables al ver el retorno de quienes demostraron un espíritu de colaboración y solidaridad ejemplar.

 

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La devastación dejada por la DANA, que causó más de 200 víctimas mortales y miles de daños materiales, ha quedado grabada en la memoria colectiva de España. Las imágenes de calles sumergidas, viviendas destrozadas y personas atrapadas son un recordatorio de la imparable fuerza de la naturaleza. Sin embargo, el sufrimiento no ha sido el único legado de esta catástrofe. En medio del caos, han surgido historias de esperanza, como la que protagonizó el equipo de Mos, que, pese a las enormes dificultades logísticas y el dolor palpable, ofreció su ayuda sin dudarlo.

 

Aunque la magnitud de la tragedia es incalculable, la respuesta de la sociedad ha sido un testimonio de humanidad y solidaridad. Vecinos, voluntarios y autoridades trabajaron juntos para mitigar el impacto del desastre, demostrando que, incluso en los momentos más oscuros, la colaboración y la empatía pueden construir puentes hacia la reconstrucción. La tragedia de la DANA será recordada no solo por su devastación, sino por la capacidad de la comunidad para unirse en la adversidad, poniendo de manifiesto lo mejor del ser humano en tiempos de crisis.

 

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