OPINIÓN
Desperdicio de comida y hambre en el mundo
Gran parte del desperdicio, se da en los hogares, supermercados, restaurantes, etc | Imagen ilustrativa generada por I.A. © Xornal21.es
Es una paradoja que mientras millones de personas padecen hambre, una cantidad significativa de alimentos aptos para el consumo, se desperdicia cada día. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dice que, un tercio de todos los alimentos, aproximadamente alrededor de 1300 millones de toneladas, se desperdician en todas las cadenas alimentarias, desde la producción y el procesamiento hasta la distribución y el consumo.
Gran parte del desperdicio, se da en los hogares, supermercados, restaurantes, etc. debido a las malas prácticas de almacenaje, excesos de compra o simplemente desecharlos por algún defecto visual no alimenticio. Se come con los ojos.
Sin embargo, a pesar de la abundancia global de alimentos, el hambre sigue siendo una realidad para millones de personas, más de 820 millones, sufren hambre crónica, las causas son varias como los conflictos armados, crisis climáticas, desigualdades socioeconómicas, etc.
El desperdicio de alimentos tiene consecuencias ambientales graves, al producirlos consumen grandes cantidades de recursos naturales como: Agua, tierra… generando emisiones de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono) y estos van a los vertederos que, al descomponerse, producen metano, un gas más potente.
Para afrontar el problema de desperdicios de alimentos y del hambre, se deben involucrar varios actores de la cadena alimentaria como: Promover hábitos de consumo responsable, invertir en tecnología de almacenamiento y transporte, leyes que fomenten la donación de alimentos no vendidos a bancos de alimentos, en definitiva, desarrollar iniciativas sostenibles.
El desperdicio de comida y el hambre, son desafíos urgentes que exigen una respuesta global, el reto, no es la escasez de alimentos sino la ineficiencia y las desigualdades en la distribución, esas dinámicas, requieren de voluntad política, cooperación, compromiso hacia un sistema alimentario justo y sostenible.
¿Quién da el primer paso?
Gran parte del desperdicio, se da en los hogares, supermercados, restaurantes, etc | Imagen ilustrativa generada por I.A. © Xornal21.esEs una paradoja que mientras millones de personas padecen hambre, una cantidad significativa de alimentos aptos para el consumo, se desperdicia cada día. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dice que, un tercio de todos los alimentos, aproximadamente alrededor de 1300 millones de toneladas, se desperdician en todas las cadenas alimentarias, desde la producción y el procesamiento hasta la distribución y el consumo.
Gran parte del desperdicio, se da en los hogares, supermercados, restaurantes, etc. debido a las malas prácticas de almacenaje, excesos de compra o simplemente desecharlos por algún defecto visual no alimenticio. Se come con los ojos.
Sin embargo, a pesar de la abundancia global de alimentos, el hambre sigue siendo una realidad para millones de personas, más de 820 millones, sufren hambre crónica, las causas son varias como los conflictos armados, crisis climáticas, desigualdades socioeconómicas, etc.
El desperdicio de alimentos tiene consecuencias ambientales graves, al producirlos consumen grandes cantidades de recursos naturales como: Agua, tierra… generando emisiones de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono) y estos van a los vertederos que, al descomponerse, producen metano, un gas más potente.
Para afrontar el problema de desperdicios de alimentos y del hambre, se deben involucrar varios actores de la cadena alimentaria como: Promover hábitos de consumo responsable, invertir en tecnología de almacenamiento y transporte, leyes que fomenten la donación de alimentos no vendidos a bancos de alimentos, en definitiva, desarrollar iniciativas sostenibles.
El desperdicio de comida y el hambre, son desafíos urgentes que exigen una respuesta global, el reto, no es la escasez de alimentos sino la ineficiencia y las desigualdades en la distribución, esas dinámicas, requieren de voluntad política, cooperación, compromiso hacia un sistema alimentario justo y sostenible.
¿Quién da el primer paso?


























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