Opinión
La desatención en Urgencias del Hospital Cunqueiro: móviles antes que pacientes
Una reciente experiencia vivida en el Servicio de Urgencias del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo ha puesto de manifiesto una preocupante realidad que muchos pacientes callan por resignación. Durante más de tres horas de espera para la realización de diversas pruebas médicas, un familiar pudo observar cómo varias enfermeras -algunas aparentemente en prácticas- dedicaban más tiempo a consultar sus teléfonos móviles que a atender a los pacientes.
En varios momentos críticos, mientras el paciente aguardaba en el box, una de las enfermeras entraba al cubículo sin dirigirle la palabra, consultaba su smartphone y salía sin prestar ninguna atención al enfermo. Otro momento especialmente llamativo ocurrió durante la preparación de una prueba, cuando otra profesional de enfermería permaneció de espaldas al paciente durante un prolongado periodo de tiempo, absorta en su dispositivo móvil.
Estas actitudes, presenciadas en diferentes momentos a lo largo de la estancia en Urgencias, plantean serias dudas sobre los protocolos de atención al paciente y la supervisión del personal en formación. Si bien es comprensible que los profesionales sanitarios necesiten utilizar sus teléfonos para cuestiones laborales o personales urgentes, resulta inaceptable que esto ocurra en detrimento de la atención básica que merece todo paciente.
El Hospital Álvaro Cunqueiro, referente sanitario en Galicia, cuenta con profesionales altamente cualificados y comprometidos. Sin embargo, episodios como este demuestran que incluso en los mejores centros puede producirse una peligrosa normalización de la desatención. Urge reflexionar sobre la necesidad de establecer pautas claras sobre el uso de dispositivos móviles en áreas de atención directa al paciente, así como reforzar la supervisión del personal en formación.
La sanidad pública gallega no puede permitirse que se niegue un trato humano y profesional a quienes acuden en busca de ayuda en sus momentos de mayor vulnerabilidad. Esta experiencia particular debe servir como llamada de atención para mejorar unos protocolos que garanticen la dignidad en la atención sanitaria.

Una reciente experiencia vivida en el Servicio de Urgencias del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo ha puesto de manifiesto una preocupante realidad que muchos pacientes callan por resignación. Durante más de tres horas de espera para la realización de diversas pruebas médicas, un familiar pudo observar cómo varias enfermeras -algunas aparentemente en prácticas- dedicaban más tiempo a consultar sus teléfonos móviles que a atender a los pacientes.
En varios momentos críticos, mientras el paciente aguardaba en el box, una de las enfermeras entraba al cubículo sin dirigirle la palabra, consultaba su smartphone y salía sin prestar ninguna atención al enfermo. Otro momento especialmente llamativo ocurrió durante la preparación de una prueba, cuando otra profesional de enfermería permaneció de espaldas al paciente durante un prolongado periodo de tiempo, absorta en su dispositivo móvil.
Estas actitudes, presenciadas en diferentes momentos a lo largo de la estancia en Urgencias, plantean serias dudas sobre los protocolos de atención al paciente y la supervisión del personal en formación. Si bien es comprensible que los profesionales sanitarios necesiten utilizar sus teléfonos para cuestiones laborales o personales urgentes, resulta inaceptable que esto ocurra en detrimento de la atención básica que merece todo paciente.
El Hospital Álvaro Cunqueiro, referente sanitario en Galicia, cuenta con profesionales altamente cualificados y comprometidos. Sin embargo, episodios como este demuestran que incluso en los mejores centros puede producirse una peligrosa normalización de la desatención. Urge reflexionar sobre la necesidad de establecer pautas claras sobre el uso de dispositivos móviles en áreas de atención directa al paciente, así como reforzar la supervisión del personal en formación.
La sanidad pública gallega no puede permitirse que se niegue un trato humano y profesional a quienes acuden en busca de ayuda en sus momentos de mayor vulnerabilidad. Esta experiencia particular debe servir como llamada de atención para mejorar unos protocolos que garanticen la dignidad en la atención sanitaria.



























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