La primavera de 2025 ha traído consigo una combinación especialmente perjudicial para las personas alérgicas: altas concentraciones de polen debido a las lluvias de marzo y abril, y una exposición sostenida al humo del tabaco, que debilita las defensas del sistema respiratorio. A pesar del descenso del tabaquismo tradicional, el aumento en el uso de vapeadores mantiene activa esta exposición irritante, afectando incluso a personas no fumadoras.

Los expertos de Cigna Healthcare alertan del impacto que esta combinación tiene sobre las alergias respiratorias: síntomas más intensos, tratamientos menos eficaces y mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como asma o EPOC.

Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), el cambio repentino al calor tras semanas de lluvia ha disparado la producción de polen, generando un entorno de alta reactividad alérgica. En paralelo, la última encuesta EDADES confirma que el 19 % de la población ha probado cigarrillos electrónicos, cuyo uso crece especialmente entre los más jóvenes. A pesar de percibirse como inocuos, estos dispositivos también contienen sustancias que inflaman las vías respiratorias.

“El humo del tabaco, en cualquiera de sus formas, debilita las barreras naturales del sistema respiratorio y agrava la inflamación alérgica. Esto no solo empeora los síntomas, sino que reduce la eficacia de los tratamientos y aumenta el riesgo de complicaciones crónicas”, explica la Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España.

Principales efectos del tabaco en personas con alergias, según Cigna Healthcare:

• Mayor inflamación y sensibilidad respiratoria. El humo daña el epitelio respiratorio y facilita la penetración de alérgenos, provocando síntomas más intensos incluso con bajos niveles de polen.

• Riesgo de enfermedades crónicas. La inflamación constante puede evolucionar hacia asma, EPOC o fibrosis pulmonar, especialmente en pacientes alérgicos.

• Peor calidad de vida. La congestión, el mal descanso y la fatiga afectan tanto a la vida personal como profesional, y pueden generar ansiedad o síntomas depresivos.

• Tratamientos menos eficaces. Fumadores y personas expuestas al humo responden peor a antihistamínicos y corticoides, lo que obliga a ajustar dosis o cambiar tratamientos.

• Descanso nocturno alterado. El tabaco empeora la tos y la congestión nocturna, interfiriendo con el sueño y debilitando aún más el sistema inmune.

• Mayor riesgo en niños y adolescentes. La exposición pasiva al humo aumenta la probabilidad de desarrollar asma, rinitis y otras alergias a largo plazo.

Desde Cigna Healthcare insisten en la necesidad de reducir la exposición al humo, especialmente durante la primavera, y recuerdan que cuidar el entorno respiratorio es clave para mejorar la calidad de vida de las personas con alergias.