En un insólito espectáculo que parece sacado de un safari urbano, varios pasos de peatones de la vía de servicio de la autovía A-55 a su paso por Mos han amanecido "habitados" por misteriosas cebras pintadas. Aunque no se trata de un fenómeno zoológico, sino de una llamativa protesta vecinal que evidencia el deplorable estado de las infraestructuras viarias bajo la gestión del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, dirigido por Óscar Puente Santiago.

Autovía A-55: el tramo olvidado
La situación de la autovía que une Vigo con O Porriño, y que atraviesa en gran parte el municipio de Mos, es un claro ejemplo de dejadez institucional. Los vecinos denuncian desde hace años el estado crítico de esta vía: baches que se convierten en cráteres, maleza invadiendo la calzada, señalización vertical y horizontal desaparecida o en pésimas condiciones, y un mantenimiento que brilla por su ausencia.

El contrasentido del radar más multón
Mientras las infraestructuras se deterioran, el radar situado en el kilómetro 9,9 de la A-55, en Mos, sigue batiendo récords. Con más de 45.000 multas anuales (una media de 123 al día) y una recaudación estimada superior a los 2 millones de euros (calculando el importe reducido de 50€ por sanción), los ciudadanos se preguntan adónde va a parar este dinero, que no se traduce en mejoras visibles para una vía que sigue siendo un peligro constante para conductores y peatones.

Parches
La original protesta de las "cebras" parece haber surtido efecto, al menos parcialmente. Recientemente el Ministerio ha procedido a repintar algunos de los pasos de peatones más deteriorados. Una solución cosmética que los vecinos celebran con ironía, preguntándose cuánto durará este parche y cuándo llegará el ansiado plan integral de mantenimiento que esta vía necesita urgentemente.

Mientras tanto, las cebras de Mos siguen siendo el símbolo perfecto de una administración que parece más interesada en recaudar que en mantener, y que solo actúa cuando la presión ciudadana se hace imposible de ignorar. Los animales pintados sobre el asfalto desgastado son el recordatorio más elocuente de que, en materia de infraestructuras, el Ministerio de Fomento parece haber olvidado que su principal función es servir al ciudadano, no solo multarle.