Viernes, 05 de Septiembre de 2025

Redacción / Xornal21.es
Miércoles, 03 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:
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Menores normalizan conductas adictivas en entornos de ocio adulto

Expertos alertan de que la exposición temprana a apuestas, alcohol y pantallas en bares y espacios públicos moldea la percepción infantil del ocio y la gestión emocional.

Tres hermanos de 10, 13 y 15 años juegan al billar en un bar mientras sus padres conversan en una mesa cercana. Esta escena cotidiana encierra una problemática creciente: la normalización de conductas adictivas en la infancia a través de la exposición continuada a entornos de ocio adulto. Según especialistas en adicciones, esta familiaridad con dinámicas como el consumo de alcohol, las apuestas o el uso compulsivo de pantallas condiciona cómo los menores comprenden el entretenimiento y las relaciones sociales.

 

 

Adrián Gallardo, director terapéutico de Esvidas, subraya que "la mayoría de las personas con adicciones no comenzaron cuando probaron una sustancia. Empezaron mucho antes, aprendiendo que el alcohol es parte de cualquier celebración o que evadirse está permitido". Los bares, como puntos de encuentro social predominantes en España, se convierten en espacios donde los niños internalizan como normales comportamientos que pueden derivar en dependencias.

 

El concepto de adicción ha evolucionado para incluir no solo sustancias sino también conductas compulsivas como apuestas online, videojuegos, redes sociales o pornografía. Un estudio de la FAD (2023) revela que el 12% de los adolescentes españoles de 14 a 18 años había apostado dinero online el último año, mientras que el 36% reconocía dificultades para desconectarse del móvil y el 21% experimentaba nerviosismo tras horas sin conexión.

 

La psicóloga Noelia Marchante, también de Esvidas, advierte que "en los centros de tratamiento vemos jóvenes que crecieron en entornos así. No vivieron maltrato, pero aprendieron a escapar emocionalmente, a cubrir carencias con estímulos". Frases comunes como "mejor aquí que en la calle" o "no está haciendo nada malo" refuerzan una permisividad que deja huella en el desarrollo infantil.

 

Los expertos coinciden en que la solución no pasa por criminalizar el ocio adulto, sino por revisar los espacios compartidos y promover alternativas saludables como deportes, actividades creativas o tiempo familiar de calidad. Además, recomiendan hablar con claridad sobre los riesgos, formar a familias y profesionales en la detección temprana de señales de alerta y eliminar la romantización de conductas potencialmente adictivas.

 

La prevención, concluyen, debe comenzar en casa, en la escuela y en los espacios donde crecen los menores, fomentando entornos seguros que permitan a los niños desarrollar herramientas de gestión emocional sin depender de estímulos externos.

 

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