La arena del desierto se convirtió esta semana en el escenario de un emotivo cruce de caminos entre dos generaciones del automovilismo mundial. Lejos de los circuitos de Fórmula 1 y de las pistas del Mundial de Rallyes, Carlos Sainz y Carlos Sainz Jr. compartieron una jornada única al volante del prototipo Ford Raptor T1+, durante las pruebas finales de desarrollo previas al Rallye du Maroc de 2025 y al próximo Rally Dakar de 2026.

La experiencia comenzó con el bicampeón del mundo de Rallyes y cuádruple ganador del Dakar mostrando las capacidades del vehículo todoterreno a su hijo. En una imagen poco habitual, el piloto de Fórmula 1 del equipo Atlassian Williams ocupó el asiento del copiloto, normalmente reservado para Lucas Cruz, para sentir la potencia del Raptor T1+ guiado por las manos expertas de su padre.

Posteriormente, los roles se invirtieron en un momento cargado de simbolismo. Fue el joven Sainz quien tomó el control del volante del potente buggy, mientras su padre, desde el puesto de navegante, le ofrecía instrucciones y asistencia para dominar la conducción sobre la arena. La escena capturó la esencia de una dinastía del motor disfrutando de su pasión común en un entorno alejado de la presión de los grandes premios y los millones de espectadores.

Este encuentro no solo subraya el profundo vínculo familiar y profesional entre ambos campeones, sino que también pone de relieve el compromiso de Ford con el más alto nivel del motorsport. La marca utiliza estas rigurosas sesiones de prueba para perfeccionar el Raptor T1+, con el que el propio Sainz padre competirá en los desafíos más exigentes del planeta, consolidando así una leyenda viva del volante que ahora comparte su legado con la nueva estrella de la familia.