SALUD
Caídas en otoño: cómo proteger a los mayores del riesgo estacional
Para la población mayor, una caída puede marcar un antes y un después en su vida |Image licensed by © Ingram Image
Expertos en geriatría revelan que el calzado antideslizante, la iluminación adecuada y el ejercicio de equilibrio reducen hasta un 40% las caídas en personas mayores durante los meses de lluvia.
La llegada del otoño transforma las calles en un campo de minas para la población mayor. Las hojas húmedas, la lluvia y la disminución de la luz natural convierten cada salida de casa en una prueba de obstáculos que puede terminar en fractura. Los especialistas geriátricos alertan sobre el repunte estacional de accidentes que cada año marca la transición hacia los meses fríos.
Miriam Piqueras, directora médica de Sanitas Mayores, explica la gravedad de estas caídas: "Para la población mayor, una caída puede marcar un antes y un después en su vida. No solo por la lesión en sí, sino porque genera miedo a volver a moverse, lo que favorece el sedentarismo y acelera el deterioro funcional".
La prevención comienza por los pies. Los fisioterapeutas recomiendan calzado cerrado con suela antideslizante que sujete adecuadamente el tobillo, evitando las suelas lisas o desgastadas que se convierten en auténticas pistas de patinaje sobre las aceras mojadas. La elección del calzado adecuado puede marcar la diferencia entre un paseo seguro y una visita a urgencias.
Rocío Luque, fisioterapeuta de Blua de Sanitas, destaca la importancia de mantener una rutina de movimiento diario como mejor escudo protector. "A partir de los 60 años, el cuerpo pierde masa muscular a un ritmo acelerado. Por esta razón, es aconsejable realizar ejercicios de fuerza sencillos como levantarse de una silla sin apoyos, ejercicios de equilibrio, resistencia, movilidad y coordinación".
Los programas específicos como el Programa Otago o Vivifrail han demostrado una eficacia extraordinaria en la reducción de caídas recurrentes. Estas metodologías trabajan la estabilidad postural, los reflejos y la capacidad de reacción del cuerpo para evitar tropiezos o amortiguar su impacto cuando resultan inevitables.
La adaptación del hogar se revela como otra pieza fundamental en esta estrategia preventiva. Los expertos recomiendan revisar la iluminación doméstica, añadiendo lámparas en pasillos e instalando luces de guía o sensores de movimiento para los desplazamientos nocturnos. La humedad otoñal puede convertir los suelos del baño y la entrada en superficies peligrosas, por lo que las alfombrillas antideslizantes se convierten en aliadas esenciales.
La fisioterapeuta insiste en la importancia de las valoraciones periódicas: "Cada persona necesita un plan adaptado a su nivel de movilidad, su estado de salud y su entorno cotidiano. Desde la fisioterapia, recomendamos una valoración funcional periódica para identificar a las personas con mayor riesgo de caída".
La visión y la audición emergen como sentidos críticos durante el otoño. Los días nublados y la menor luz natural afectan directamente a la percepción de profundidad y contraste, haciendo imprescindibles las revisiones oftalmológicas y el correcto ajuste de gafas y audífonos.
Rocío Luque concluye con un mensaje claro: "Lo más recomendable es actuar a tiempo y convertir el autocuidado en un hábito constante, no en una respuesta ante el primer susto". Una filosofía que podría ahorrar mucho dolor y pérdida de autonomía entre nuestros mayores durante los meses más traicioneros del año.
Para la población mayor, una caída puede marcar un antes y un después en su vida |Image licensed by © Ingram Image
La llegada del otoño transforma las calles en un campo de minas para la población mayor. Las hojas húmedas, la lluvia y la disminución de la luz natural convierten cada salida de casa en una prueba de obstáculos que puede terminar en fractura. Los especialistas geriátricos alertan sobre el repunte estacional de accidentes que cada año marca la transición hacia los meses fríos.
Miriam Piqueras, directora médica de Sanitas Mayores, explica la gravedad de estas caídas: "Para la población mayor, una caída puede marcar un antes y un después en su vida. No solo por la lesión en sí, sino porque genera miedo a volver a moverse, lo que favorece el sedentarismo y acelera el deterioro funcional".
La prevención comienza por los pies. Los fisioterapeutas recomiendan calzado cerrado con suela antideslizante que sujete adecuadamente el tobillo, evitando las suelas lisas o desgastadas que se convierten en auténticas pistas de patinaje sobre las aceras mojadas. La elección del calzado adecuado puede marcar la diferencia entre un paseo seguro y una visita a urgencias.
Rocío Luque, fisioterapeuta de Blua de Sanitas, destaca la importancia de mantener una rutina de movimiento diario como mejor escudo protector. "A partir de los 60 años, el cuerpo pierde masa muscular a un ritmo acelerado. Por esta razón, es aconsejable realizar ejercicios de fuerza sencillos como levantarse de una silla sin apoyos, ejercicios de equilibrio, resistencia, movilidad y coordinación".
Los programas específicos como el Programa Otago o Vivifrail han demostrado una eficacia extraordinaria en la reducción de caídas recurrentes. Estas metodologías trabajan la estabilidad postural, los reflejos y la capacidad de reacción del cuerpo para evitar tropiezos o amortiguar su impacto cuando resultan inevitables.
La adaptación del hogar se revela como otra pieza fundamental en esta estrategia preventiva. Los expertos recomiendan revisar la iluminación doméstica, añadiendo lámparas en pasillos e instalando luces de guía o sensores de movimiento para los desplazamientos nocturnos. La humedad otoñal puede convertir los suelos del baño y la entrada en superficies peligrosas, por lo que las alfombrillas antideslizantes se convierten en aliadas esenciales.
La fisioterapeuta insiste en la importancia de las valoraciones periódicas: "Cada persona necesita un plan adaptado a su nivel de movilidad, su estado de salud y su entorno cotidiano. Desde la fisioterapia, recomendamos una valoración funcional periódica para identificar a las personas con mayor riesgo de caída".
La visión y la audición emergen como sentidos críticos durante el otoño. Los días nublados y la menor luz natural afectan directamente a la percepción de profundidad y contraste, haciendo imprescindibles las revisiones oftalmológicas y el correcto ajuste de gafas y audífonos.
Rocío Luque concluye con un mensaje claro: "Lo más recomendable es actuar a tiempo y convertir el autocuidado en un hábito constante, no en una respuesta ante el primer susto". Una filosofía que podría ahorrar mucho dolor y pérdida de autonomía entre nuestros mayores durante los meses más traicioneros del año.






























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