

La persistente crisis que afecta a los trabajadores autónomos ha encontrado por fin un cauce de expresión unitario y contundente. Lo que comenzó como una publicación viral de un creador de contenido en Instagram se ha transformado en un movimiento de dimensiones nacionales que culminará con una manifestación simultánea en múltiples ciudades el domingo 30 de noviembre. En Santiago de Compostela, la concentración arrancará a las 11:00 horas en el emblemático Paseo Central da Alameda, un lugar simbólico que refleja la centralidad que reclama este colectivo en la economía.
La chispa que encendió la mecha fue el anuncio, el pasado octubre, del plan de subida de cuotas para autónomos por parte del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Esta medida, percibida como el colmo de una larga serie de agravios, catalizó un malestar latente durante años. Iván Carrasco, músico y divulgador con más de 172.000 seguidores, canalizó este descontento con una propuesta que se propagó como la pólvora, dando lugar a una red de colaboración ciudadana totalmente altruista y horizontal.
![[Img #99471]](https://xornal21.com/upload/images/11_2025/123_cartel-manifestacion.jpg)
El manifiesto que articula las reivindicaciones del movimiento pinta un retrato crudo de la realidad del sector. "Somos quienes cada día levantamos la persiana, encendemos la luz del taller o abrimos la puerta de una tienda. Los que no cobramos si no trabajamos. Los que madrugamos, arriesgamos y sostenemos este país. Pero también somos los más castigados", señala el texto. Los autónomos se definen a sí mismos como la columna vertebral económica de pueblos y barrios, recordando con contundencia que "allí donde no llegan las grandes corporaciones ni el Estado, llega un autónomo".
Lo que distingue a esta movilización es su carácter profundamente cívico y autogestionado. Nacida al margen de siglas políticas, organizaciones patronales o estructuras sindicales tradicionales, esta plataforma representa la voz directa de miles de pequeños empresarios y profesionales que se sienten ignorados y sobrecargados por un sistema que, en sus propias palabras, "exprime, ignora y desprecia al autónomo". La iniciativa demuestra una capacidad de organización espontánea sin precedentes recientes en este colectivo.
Las demandas van más allá de la mera queja sobre las cuotas. Exigen un replanteamiento global de su situación: condiciones justas, reducción de la presión fiscal, una protección social realista y un reconocimiento institucional acorde con su contribución a la economía. Con un 15% del empleo total en España en sus espaldas, los autónomos advierten que el goteo constante de cierres no es solo una estadística, sino el fin de un proyecto de vida y un golpe para la comunidad. "Cada cierre no es solo un negocio que muere: es una familia que cae, una comunidad que se apaga", reflexiona el manifiesto.
El mensaje final que lanzan a las instituciones es a la vez una advertencia y una reafirmación de su papel crucial. "No pedimos privilegios. Pedimos justicia, respeto y libertad para seguir haciendo lo que mejor sabemos: levantar la persiana cada día, crear, servir y construir futuro. Porque sin autónomos, España se apaga. Y si un día decidimos parar, este país dejará de respirar". La manifestación del 30-N se presenta, por tanto, como un punto de inflexión para un colectivo decidido a dejar de ser el convidado de piedra de la economía española.
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