SALUD
Problemas de visión y audición sin detectar, lastre silencioso del fracaso escolar
Hasta un tercio de los casos de bajo rendimiento académico en España podrían tener su origen en dificultades visuales no diagnosticadas, según alertan estudios pediátricos.
El bajo rendimiento académico no siempre obedece a una falta de capacidad o esfuerzo. Bajo la superficie de las malas notas puede esconderse una realidad médica inadvertida: problemas de visión y audición no detectados. La evidencia científica señala que estas dificultades, a menudo sutiles, impactan directamente en la atención, la comprensión lectora y la integración en el aula, pudiendo llegar a condicionar hasta un tercio de los casos de fracaso escolar en España.
La identificación precoz se revela, por tanto, como una herramienta crucial para el desarrollo académico y social del menor. Pruebas preventivas como la audiometría y la optometría permiten descifrar las causas ocultas que obstaculizan el aprendizaje. La primera evalúa la capacidad auditiva para percibir diferentes tonos, detectando desde hipoacusias hasta infecciones recurrentes que interfieren en la adquisición del lenguaje. La segunda analiza la agudeza visual, la coordinación binocular y la percepción de profundidad, identificando miopía, hipermetropía o astigmatismo que complican la lectura y la concentración.
En este contexto, centros educativos como Highlands School Los Fresnos incorporan estas evaluaciones de la mano de especialistas. El procedimiento genera un informe detallado para cada familia, con recomendaciones personalizadas que facilitan la detección temprana de necesidades específicas. El testimonio de una madre tras las pruebas realizadas a estudiantes de primero de primaria lo corrobora: “Gracias a las pruebas, detectaron que mi hijo presentaba un problema de visión que hasta entonces no habíamos percibido. Ahora sabemos qué medidas tomar y podemos poner soluciones a tiempo”.
La atención temprana se consolida así como un pilar fundamental. Implementar a tiempo estrategias de adaptación, como el uso de gafas o ejercicios específicos, evita que un problema tratable derive en un obstáculo académico insalvable. Los expertos subrayan que una salud visual y auditiva óptima no solo favorece la adquisición de conocimientos, sino que también refuerza la autoestima y la participación activa del niño en su entorno.
La colaboración sistemática entre la comunidad educativa y los profesionales sanitarios se erige en la estrategia más sólida para asegurar que ningún alumno vea limitado su potencial por una dificultad sensorial no diagnosticada.

El bajo rendimiento académico no siempre obedece a una falta de capacidad o esfuerzo. Bajo la superficie de las malas notas puede esconderse una realidad médica inadvertida: problemas de visión y audición no detectados. La evidencia científica señala que estas dificultades, a menudo sutiles, impactan directamente en la atención, la comprensión lectora y la integración en el aula, pudiendo llegar a condicionar hasta un tercio de los casos de fracaso escolar en España.
La identificación precoz se revela, por tanto, como una herramienta crucial para el desarrollo académico y social del menor. Pruebas preventivas como la audiometría y la optometría permiten descifrar las causas ocultas que obstaculizan el aprendizaje. La primera evalúa la capacidad auditiva para percibir diferentes tonos, detectando desde hipoacusias hasta infecciones recurrentes que interfieren en la adquisición del lenguaje. La segunda analiza la agudeza visual, la coordinación binocular y la percepción de profundidad, identificando miopía, hipermetropía o astigmatismo que complican la lectura y la concentración.
En este contexto, centros educativos como Highlands School Los Fresnos incorporan estas evaluaciones de la mano de especialistas. El procedimiento genera un informe detallado para cada familia, con recomendaciones personalizadas que facilitan la detección temprana de necesidades específicas. El testimonio de una madre tras las pruebas realizadas a estudiantes de primero de primaria lo corrobora: “Gracias a las pruebas, detectaron que mi hijo presentaba un problema de visión que hasta entonces no habíamos percibido. Ahora sabemos qué medidas tomar y podemos poner soluciones a tiempo”.
La atención temprana se consolida así como un pilar fundamental. Implementar a tiempo estrategias de adaptación, como el uso de gafas o ejercicios específicos, evita que un problema tratable derive en un obstáculo académico insalvable. Los expertos subrayan que una salud visual y auditiva óptima no solo favorece la adquisición de conocimientos, sino que también refuerza la autoestima y la participación activa del niño en su entorno.
La colaboración sistemática entre la comunidad educativa y los profesionales sanitarios se erige en la estrategia más sólida para asegurar que ningún alumno vea limitado su potencial por una dificultad sensorial no diagnosticada.




























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