Del Sábado, 06 de Diciembre de 2025 al Lunes, 08 de Diciembre de 2025
Actualidad
El vapeo desplaza al tabaco: casi la mitad de los adolescentes usa cigarrillo electrónico
Los expertos reclaman una actuación combinada de políticas públicas, regulación efectiva y campañas de sensibilización realistas| Imagen cedida por esvidas.es
El informe ESTUDES 2025 revela mínimos históricos en el consumo de tabaco y cannabis, pero un 49,5% de estudiantes de 14 a 18 años ha vapeado en el último año.
La forma de fumar entre los jóvenes españoles ha cambiado radicalmente. Mientras el consumo tradicional de tabaco y cannabis alcanza mínimos históricos, casi la mitad de los estudiantes (49,5%) de entre 14 y 18 años ha utilizado el cigarrillo electrónico en el último año, según los datos del Informe ESTUDES 2025, presentado por el Ministerio de Sanidad y el Plan Nacional Sobre Drogas.
Las cifras sobre sustancias tradicionales son esperanzadoras. Solo el 27% de los adolescentes reconoce haber probado el tabaco alguna vez, y el 21% el cannabis, los porcentajes más bajos de la serie histórica. Cuando se acota el consumo al último mes, los datos caen al 16% para el tabaco y al 12% para el cannabis. Sin embargo, esta tendencia positiva se ve ensombrecida por el auge silencioso del vapeo, una práctica que preocupa a los expertos por sus efectos aún poco conocidos a largo plazo.
“Los datos, y el día a día, nos muestran que los jóvenes fuman cada vez menos tabaco y cannabis. Sin embargo, no es porque hayan abandonado este hábito tan dañino, sino porque han cambiado la forma de hacerlo”, explica Antonio Peña, médico de la red de centros de adicciones Esvidas. Este cambio de hábito tiene un trasfondo complejo, impulsado por un marketing dirigido específicamente al público joven, con empaquetados llamativos, sabores atractivos y una percepción errónea de menor riesgo.
La psicóloga Margarita de la Paz, también de Esvidas, apunta a la desinformación como un factor clave. “Los jóvenes, al ver la etiqueta ‘sin nicotina’ automáticamente lo asocian a un riesgo mínimo o inexistente de desarrollar adicción”, señala. No obstante, advierte que, aunque eviten la dependencia química, pueden desarrollar una adicción conductual por el gesto repetitivo de llevar el dispositivo a la boca.
![[Img #99957]](https://xornal21.com/upload/images/12_2025/3231_content1.jpg)
Los profesionales alertan de que estos dispositivos no están exentos de peligro. Aunque en menor cantidad, los aerosoles del vapeo contienen entre 600 y 700 compuestos tóxicos, muchos de ellos cancerígenos, como metales pesados (níquel, aluminio) o sustancias como el formaldehído. Además, la probabilidad de desarrollar adicción sigue siendo alta, ya sea por la nicotina presente en muchos líquidos o por el propio hábito comportamental.
Ante esta nueva realidad, los expertos reclaman una actuación combinada de políticas públicas, regulación efectiva y campañas de sensibilización realistas. Entre las medidas propuestas se encuentran suprimir los sabores y elementos atractivos, implementar controles estrictos en la publicidad en redes sociales —principal canal de promoción para este público— y limitar la accesibilidad, con restricciones de venta cerca de centros educativos.
El reto, según los especialistas, es proteger a una generación expuesta a un marketing sofisticado que explota su vulnerabilidad, mientras se afronta la paradoja de celebrar el descenso del tabaco tradicional sin bajar la guardia ante su sustituto electrónico.
Los expertos reclaman una actuación combinada de políticas públicas, regulación efectiva y campañas de sensibilización realistas| Imagen cedida por esvidas.esLa forma de fumar entre los jóvenes españoles ha cambiado radicalmente. Mientras el consumo tradicional de tabaco y cannabis alcanza mínimos históricos, casi la mitad de los estudiantes (49,5%) de entre 14 y 18 años ha utilizado el cigarrillo electrónico en el último año, según los datos del Informe ESTUDES 2025, presentado por el Ministerio de Sanidad y el Plan Nacional Sobre Drogas.
Las cifras sobre sustancias tradicionales son esperanzadoras. Solo el 27% de los adolescentes reconoce haber probado el tabaco alguna vez, y el 21% el cannabis, los porcentajes más bajos de la serie histórica. Cuando se acota el consumo al último mes, los datos caen al 16% para el tabaco y al 12% para el cannabis. Sin embargo, esta tendencia positiva se ve ensombrecida por el auge silencioso del vapeo, una práctica que preocupa a los expertos por sus efectos aún poco conocidos a largo plazo.
“Los datos, y el día a día, nos muestran que los jóvenes fuman cada vez menos tabaco y cannabis. Sin embargo, no es porque hayan abandonado este hábito tan dañino, sino porque han cambiado la forma de hacerlo”, explica Antonio Peña, médico de la red de centros de adicciones Esvidas. Este cambio de hábito tiene un trasfondo complejo, impulsado por un marketing dirigido específicamente al público joven, con empaquetados llamativos, sabores atractivos y una percepción errónea de menor riesgo.
La psicóloga Margarita de la Paz, también de Esvidas, apunta a la desinformación como un factor clave. “Los jóvenes, al ver la etiqueta ‘sin nicotina’ automáticamente lo asocian a un riesgo mínimo o inexistente de desarrollar adicción”, señala. No obstante, advierte que, aunque eviten la dependencia química, pueden desarrollar una adicción conductual por el gesto repetitivo de llevar el dispositivo a la boca.
![[Img #99957]](https://xornal21.com/upload/images/12_2025/3231_content1.jpg)
Los profesionales alertan de que estos dispositivos no están exentos de peligro. Aunque en menor cantidad, los aerosoles del vapeo contienen entre 600 y 700 compuestos tóxicos, muchos de ellos cancerígenos, como metales pesados (níquel, aluminio) o sustancias como el formaldehído. Además, la probabilidad de desarrollar adicción sigue siendo alta, ya sea por la nicotina presente en muchos líquidos o por el propio hábito comportamental.
Ante esta nueva realidad, los expertos reclaman una actuación combinada de políticas públicas, regulación efectiva y campañas de sensibilización realistas. Entre las medidas propuestas se encuentran suprimir los sabores y elementos atractivos, implementar controles estrictos en la publicidad en redes sociales —principal canal de promoción para este público— y limitar la accesibilidad, con restricciones de venta cerca de centros educativos.
El reto, según los especialistas, es proteger a una generación expuesta a un marketing sofisticado que explota su vulnerabilidad, mientras se afronta la paradoja de celebrar el descenso del tabaco tradicional sin bajar la guardia ante su sustituto electrónico.















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