El dinero físico mantiene un papel crucial en la economía cotidiana de los españoles. Según el IV Estudio ‘Percepción y hábitos de los españoles respecto al sector bancario’, elaborado por Nickel, el 73,7% de la población utiliza efectivo cada semana. De ellos, un 42,2% lo hace a diario, una proporción que se mantiene estable respecto al año anterior. Estos datos confirman la relevancia de un medio de pago que coexiste con el avance imparable de las opciones digitales.

Sin embargo, el acceso al cash se está convirtiendo en un problema creciente. El informe destaca que más de la mitad de los españoles (51,7%) ha tenido problemas para retirar o ingresar efectivo en el último año. Esta cifra supone un aumento muy significativo, ya que en 2024 solo el 19,6% declaraba estas dificultades. El cierre de infraestructuras bancarias explica en parte este fenómeno: casi el 80% de los encuestados afirma que en su zona han cerrado cajeros u oficinas.

La reducción de puntos de acceso se ha traducido en una de las principales demandas ciudadanas. Un 32% de la población pide ampliar estos puntos, mientras que un 29,3% reclama más alternativas para realizar operaciones básicas. “Muchas personas necesitan disponer de efectivo cerca de casa para gestionar su día a día”, señaló Nerea Toña, CEO de Nickel en España, quien subrayó la importancia de contar con alternativas accesibles en comercios locales.

Más allá de la conveniencia, el efectivo es percibido como un pilar de seguridad y control financiero. Para el 58,6% de los españoles, es la opción más fiable para protegerse ante caídas del sistema, ciberataques o robos de datos. Esta percepción de autonomía frente a fallos tecnológicos sustenta su uso continuado.

El estudio también desgrana un notable contraste generacional. Entre los mayores de 65 años, el 57,7% utiliza efectivo a diario, más del doble que entre los menores de 30 años (27,6%). Para los primeros, el cash está vinculado a la seguridad y el control del gasto, mientras que los jóvenes lo valoran más para situaciones de emergencia. Paradójicamente, son los jóvenes quienes declaran más problemas de acceso (65,5%), un reflejo de la desaparición de cajeros en muchas zonas urbanas.

Estos datos pintan un escenario dual: mientras el efectivo se resiste a desaparecer de los hábitos de pago, su accesibilidad se complica, planteando un desafío para la inclusión financiera de todos los segmentos de la población.